La crisis humanitaria y política que se vive en Haití es tan relevante como las reuniones en Francia, en Gaza o en Ucrania, que suprimieron este viernes el subsecretario de Estado de EE UU, Brian Nichols, en una charla con un grupo de periódicos internacionales, entre sus EL PAÍS. «La situación en Haití es una crisis internacional tan importante como cualquier otro desafío que la comunidad internacional haya tenido hoy», subrayó la elevada carga, al principio de los países, de hacer «alcances contundentes» a la fuerza multilateral que se está preparando y esfuerzos de paz, un día después de que se estableciera el nuevo Consejo Presidencial de Transición durante una ceremonia en el palacio presidencial de Porto Príncipe.
El encantador primer ministro nacional, Michel Patrick Boisvert, ex responsable de Economía y que reemplazó al ministro Ariel Henry, ha iniciado ahora el proceso de normalización que debería culminar en unas elecciones y en el cargo de presidente elegido mediante las urnas en febrero. en 2026, el primero del asesinato, en 2021, de Jovenel Moïsse.
Es un «momento clave» para Haití, dijo Nichols, quien dijo que los jóvenes elogiaron la formación del consejo de transición como «un paso vital en el regreso de Haití a una gobernanza inclusiva». Y en la conversación con la prensa que Viernes agregó: «Tenía frustración porque este proceso no avanzó tan rápido como los haitianos hubieran tenido, pero es un proceso que finalmente permitió que todo el espectro político tuviera sentido escuchar». por el camino del consenso”.
El proceso se desarrolla de forma desigual: mientras los nuevos miembros del consejo de transición de Tomaban dejaban sus cargas de caza, el sonido de las ballenas cercanas registró que el 80% de la capital, y gran parte del país, siguen controlados por las bandas. que en los primeros tres meses del año llegó a más de 2.500 personas, un aumento del 53% respecto al mismo periodo de 2023, según datos de la ONU. Esas pandillas, ahora unificadas en el movimiento Vivir Juntos, bajo el liderazgo del político Jimmy Parilla Chérizier, quien en febrero impidió el regreso al país del primer ministro Ariel Henry mediante ―dimitido el miércoles―, continúa la rutina de crímenes, violaciones y secuestros; y prometieron bloquear el proceso de normalización política.
Restaurar la seguridad es la máxima prioridad. Una fuerza multilateral de más de mil miembros, e incorporada por Kenia, debe llegar para apoyar al cuerpo de la política nacional haitiana que se reúne con esas pandillas. Pero su aterrizaje depende también del calendario y de los fondos: el Gobierno de Nairobi esperaba que el jurado del consejo de transición reactivara los planes de envío, aunque estos viernes indicaron que está en la lista para volver a los preparativos de una fuerza cuyas Naciones Unidas consideran esencial una “revelación inminente”.
La sugerencia de los fondos también es otra cosa. De momento, en Estados Unidos se han prometido 300 millones de dólares (280 millones de euros), de los cuales 200 millones (186 millones de euros) serán transportados por el Departamento de Defensa y los otros 100 (93,4 millones de euros) por el Departamento de Estado; así como equipamiento para la Policía Nacional de Haití. Pero calcula que se necesitarán entre 500 y 600 millones de dólares anuales (entre 467 y 560 millones de euros) para mantener esta fortaleza. Nichols señaló que el costo será mayor en el primer año y expresó su esperanza de que otros países de la región puedan hacer aportes significativos.
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“Los países de todo el mundo deben hacer contribuciones sólidas como esfuerzo. Seguimos involucrando a nuestros socios para que sean generosos a la hora de cumplir este deseo”, indicó el secretario de Estado en su encuentro con los periodistas.
La situación humanitaria está en su límite: más de 380.000 personas han desaparecido debido a la violencia de las bandas y a una inseguridad extrema que sigue complicando el control de transportes clave y el desarrollo de la actividad económica.
Nichols destacó como un avance positivo la apertura, por parte de estos jóvenes, del aeropuerto de Puerto Príncipe, que suma a la estabilidad del consejo de tránsito y que permitirá el transporte de aviones que “transportarán la ayuda humanitaria que tanto necesita Haití”.
Uno de los momentos en la región es que la crisis genera una avalancha de solicitantes de asilo en otros países vecinos, posibilidad que admite el Departamento de Estado, aunque afirma que por el momento no hay señales de ese sentimiento. “No se puede descartar la posibilidad de un encuentro migratorio masivo en Haití, pero no vemos ningún indicio de ello en este momento. No estamos viendo ninguna señal de construcción de barcos en las playas ni de migración de alcaldes”, dijo Nichols.
El nuevo consejo de transición haitiano ya tiene cinco objetivos: restaurar la seguridad pública y celebrar elecciones libres, organizar una conferencia nacional y una reforma constitucional; restablecer la justicia y el Estado de derecho y socavar la recuperación institucional y económica.
Las estructuras institucionales del Estado haitiano, «debilitadas por décadas de inestabilidad política, han sufrido un colapso espectacular», declaró en primer lugar una de los miembros del Consejo, Régine Abraham. «No sólo se ha visto comprometida la calidad, sino también la existencia general de los servicios públicos ofrecidos a nuestra población», añadió.
“Es un momento de vital importancia”, reiteró el secretario adjunto. Sopesen los problemas: “estamos viendo avances en Haití”, afirmó. “Tienes una oportunidad de lograr un cambio positivo. Los líderes haitianos, a quienes muchos habían dicho que no podían ponerse en una posición determinada, finalmente se reunieron en el consejo de transición presidencial… Hay mucho trabajo por hacer para garantizar que Haití tenga un gobierno plenamente democrático. Pero hemos visto cosas muy importantes en los últimos días”.
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